Nos preocupa y nos ocupa la situación de las mujeres con las que convivimos en las distintas comunidades donde tenemos presencia, tanto en las regiones africanas, como en Latinoamérica.

Desde nuestro acompañamiento, detectamos una grave situación de vulnerabilidad, desigualdad y falta de equidad, sin embargo, desde nuestra convivencia con ellas también observamos su capacidad de lucha cotidiana y el incalculable valor en su voluntad para empoderarse, tanto en los distintos roles de su vida cotidiana, como también en aquellos que ansían alcanzar y conquistar en sus vidas personales y comunitarias.

Gracias a las mujeres y a su poder vertebrador y cohesionador comunitario, podemos acceder, trabajar y animar el proceso de desarrollo comunitario de las poblaciones.