Queríamos compartir con vosotras-os el testimonio de la comunidad de hermanas CTSJ que dirigen y acompañan nuestra obra social en Macomia-Cabo Delgado al norte de Mozambique. Como muchos sabéis la CTSJ y la Fundación Teresa Toda anima y acompaña un importante centro socioeducativo en la zona que atiende directamente a más de 1.000 menores (niños, niñas, adolescentes, jóvenes,…), además de ser un centro de participación comunitaria y animación pastoral de la población.
Pues bien, desde hace ya unos meses y coincidiendo con la fatal pandemia internacional del Covid19, la población de Macomía y de las comarcas adyacentes de la provincia de Cabo Delgado (Mozambique) están sufriendo una ola de violencia que viene provocándose intermitentemente desde finales de 2017 por parte de grupos terroristas de carácter fundamentalista . En este momento la situación se ha recrudecido y ha puesto en peligro a gran parte de la población, incluidas nuestra compañeras.
Desde hace unos meses y semanas los desplazamientos de población son frecuentes y desgraciadamente también los ataques violentos. Nuestras compañeras se encuentran desplazadas en una localidad algo más segura intentando aportar luz y esperanza a esta situación.
A continuación queremos compartir su relato y testimonio para ofrecer luz y conciencia sobre ésta situación, además de ayudarnos a dirigir nuestra mirada a aquellos lugares donde la realidad sigue siendo tremendamente violenta, injusta y desigual.
Toda nuestra esperanza para la población, comunidades, familias que están sufriendo esta situación y, por supuesto, para nuestras compañeras.
Comunidad CTSJ Macomia-Mozambique:
-ÉXODO, ATAQUES E INCERTIDUMBRE EN LA PROVINCIA DE CABO DELGADO (MOZAMBIQUE)-
Ser Carmelitas Teresas de San José (Misioneras en África), nos habla de estar en misión Ad Gente, estar entre los pobres… pero nunca imaginamos llegar a vivir lo que estamos viviendo aquí.
Desde octubre del 2017 se registran conflictos armados en los distritos de: Palma, Mocimboa, Nangade, Muidumbe, Macomia, ibo, Quissanga, Meluco y últimamente Metuge (Provincia de Cabo Delgado), por un supuesto grupo del Estado Islámico, queriendo imponer su religión en su estado más “puro”, donde mueren muchas personas y otras son raptadas . Comenzaron atacando poblados, quemando sus casas, dejando así muchas aldeas deshabitadas. Después pasaron a atacar y quemar carros en las vías públicas, a matar a los hombres de forma muy cruel y a raptar mujeres jóvenes…
Con esta guerra las personas se ven obligadas a refugiarse en el monte, donde pasan hambre, frio, enfermedad, peligro…sin condiciones mínimas de sobrevivencia. El pueblo vive en el miedo y la inseguridad, pierden sus casas e incluso en estos últimos ataques han sido quemados edificios del gobierno, bancos, escuelas, capillas, casas de misioneros, comercios, hospitales, puestos de combustible, puentes, estaciones de energía eléctrica y antenas de telefonía móvil.
Han habido muchísimas muertes y en algunas circunstancias las familias no tienen tiempo ni de enterrar con dignidad a sus familiares, las personas viven en permanente éxodo, huyen hacia Pemba, otros distritos de la provincia e inclusive a otras provincias del país, donde la vida es cada vez más difícil. Cuentan en algunas informaciones que Cabo Delgado ya tiene más de 200 mil desplazados, sin contar los casos de Cólera y Malaria que cada día crecen más. Siendo también uno de los focos principales de Covid-19, en la actual pandemia.
Todo esto ha provocado una crisis humanitaria en la provincia norteña de Cabo Delgado, aquí en Mozambique. Un éxodo masivo y constante de la población huyendo del terrorismo y de la guerra. Nosotras CTSJ también tuvimos que huir el pasado mes de marzo, por orden del obispo de la diócesis y a pedido de muchas personas con las que trabajamos, salimos de nuestra casa el 27 de marzo a las 5:00 am, por un camino nunca hecho, pues la carretera por donde normalmente viajamos tenía un puente estropeado; un viaje muy largo, un trayecto hecho con dolor, miedo, incertidumbre…pero bajo la protección de San José, que nos cuidó, como lo hizo con María y Jesús en la huida a Egipto. Llegamos sanas y salvas a la casa de las hermanas de la congregación de las Hijas de Jesús, donde estamos viviendo, desplazadas por el conflicto ya hace más de un mes.
En este contexto vivir nuestro Ser de Carmelitas Teresas de San José está significando vivir el ABANDONO y la CONFIANZA en las manos de Dios.
Experimentar también la GRATUIDAD:
….porque estamos vivas, por el don de la fraternidad en la acogida de la comunidad religiosa que nos ha recibido como si fuéramos hermanas de la misma congregación.
…..Por la fuerza de la comunión que sentimos en cada una de nuestras hermanas de Congregación, quienes con sus oraciones, sus llamadas y mensajes, nos hacen sentir amadas y acompañadas.
Un profundo sentimiento de IMPOTENCIA:
…… Al ver el sufrimiento y el dolor de este pueblo, tanta injusticia y tanto dolor que tienen que soportar.
INCERTIDUMBRE:
…..Ante la incapacidad de poder vislumbrar nuestro futuro a corto plazo. Podremos volver a nuestra misión en Macomía?…
Y a pesar de todos estos sentimientos… Seguimos confiándonos en las manos de Dios. Sabemos que El irá mostrándonos el caminos, el seguirá siendo nuestra fuerza, seguirá manteniendo viva nuestra Fe y esperanza en esta realidad y circunstancia concreta.
Sin duda Dios nos está configurando con su Hijo, en este aquí y ahora y quiere que vivamos con la humildad y sencillez de unas hijas de Teresa Toda y Teresa Guasch, que se sienten bendecidas y que desean seguir entregando sus vidas entre los pobres, trabajando en la extensión y consolidación del Reino, luchando por un mundo de amor, paz y justicia.
Macomía, 15 de Mayo 2020
-Blanca Nubia Zapata
-Lida Eugenia Florez
-Judith Blanco Rodríguez
-Socorro González González
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